Cuando te ocupás de todos menos de vos

Y la familia entera se cuelga de tu energía

7/30/20252 min read

María siempre está.
Para el grupo familiar, para los trámites, para los problemas de salud, para poner plata cuando falta.
Está aunque no pueda. Aunque no quiera. Aunque nadie se lo reconozca.

María es la más capaz de su familia. De alguna manera, sabe que sin ella, el resto no va a poder. O los subestima? O le gusta ser salvadora?

Porque en su cabeza, decir que no es ser mala hija, mala hermana, mala persona.
Porque aprendió que ser buena es estar disponible, pagar lo que otros no pueden, calmar el caos antes de que explote.
Pero eso que llama responsabilidad… la está destruyendo.

Lo que llamás amor, muchas veces es culpa.

Y lo que llamás responsabilidad, es una ansiedad silenciosa que te obliga a prevenir el desastre, aunque nunca llegue. En realidad la ansiedad y prevenir sentirte culpable si pasa algo es lo que te mueve, no la bondad.

Y si sos empático... Peor, porque sufrís y temés sufrir con otros, ya que realmente vivis su sufrimiento. Resultado: Ellos sufris, vos sufrís, ellos se inutilizan, vos te drenás de energia.

Spoiler: no te van a agradecer. Te van a pedir más y más y el día que pongas límites, te van a resentir y reclamar. No por maldad, sino porque una vez que la gente cree que tiene un derecho adquirido, lo defiende a muerte.

Esa estructura ansiosa te convence de que si no lo resolvés vos, algo malo va a pasar.
Que si no ponés plata, alguien va a sufrir.
Que si no acompañás, te van a señalar.

De nuevo: es tu ansiedad. Debés tratar tu ansiedad, no tratar de estar para todos.

Y entonces te pasás la vida postergando tus planes, tus proyectos, tu bienestar.
No porque no quieras vivir, sino porque tenés miedo de sentirte egoísta si lo hacés.

Pero vivir drenado no ayuda a nadie

Cuando das sin pausa, no estás haciendo crecer a los demás.
Los estás anulando.

Cuando resolvés todo por ellos, les impedís desarrollar músculo emocional.
Les quitás agencia.
Les das el mensaje de que ellos no pueden y vos siempre vas a estar.

Y después te sorprende que no sepan sostenerse solos.
Pero fuiste vos quien les enseñó que no necesitaban hacerlo.

Y cuando empezás a poner límites…

Ahí se pudre todo.
Porque estaban acostumbrados a recibir.
Porque confundieron tu entrega con obligación.
Y porque nadie quiere perder una fuente infinita de energía, atención y dinero.

Entonces vienen los reproches, los chantajes emocionales, las frases culpógenas.
Y vos dudás.
Te preguntás si estás haciendo mal.
Pero no estás haciendo mal: estás reparando.

Estás reconstruyendo tu lugar en el sistema familiar.
Un lugar donde podés amar sin sacrificarte.
Ayudar sin agotarte.
Estar… sin desaparecer.

Si no te cuidás, te perdés.

Y si te perdés, nadie lo va a notar.
Porque estaban acostumbrados a que vos aguantes.

Ocupate de vos.
De tu salud mental.
De tus finanzas.
De tu energía.
De tus ganas.

Poné límites, no para alejarte, sino para volver a vos.
Para dejar de ser el parche emocional y empezar a ser una persona viva, presente, entera.

Florecé aunque no entiendan por qué te corriste.

No viniste a sostener adultos como si fueras una red de emergencia.
Viniste a vivir tu vida.
Y si lo hacés bien, un día vas a poder ayudar mejor… desde otro lugar.
Uno donde no te duela, no te cueste, no te borre.